Es mayor que yo, pero contemporánea mía.
Desde chiquita siempre la admiré y me identifique con ella desde el silencio y la observación de mis pequeños años.
La admiré desde que comenzó a desafiar los mandatos familiares.
Terminó el secundario, comenzó a trabajar, tal como indicaron en su casa, pero quería seguir estudiando; siempre dice que le hubiese gustado ser médica, pero no tuvo oportunidad económica ni el apoyo suficiente familiar para hacerlo.
Medicina no se estudiaba en su ciudad.
Entonces intentó con enfermería, no era lo que quería…
Además surgían complicaciones con los horarios laborales, y estaba bajo la voz de su papa que le repetía que no podía estudiar y trabajar a la vez, que tendría que elegir.
No se consideraba muy importante que la mujer estudiara.
Ella no se rindió, mientras trabajaba comenzó un estudio terciario ligado a las ciencias.
Y aquí viene mi admiración, desafió a su padre, a estructuras familiares, rompiendo con la afirmación que “ella no iba poder”; no solo eso, sino que se convirtió en la primera mujer de la familia en tener un estudio con un grado más que el secundario.
Esta mujer que siempre fue para adelante, la vida la sobresalto con un trago amargo, de esos que rompen con las leyes de la naturaleza y de la vida misma.
Estuve muy cerca siempre. Una vez más desde mi observación mi dolor de su dolor, -que no puede nunca compararse al de ella-; se gano todo mi respeto y admiración para siempre.
Ella lloró, se hundió, -no podía ser de otra manera-; pero con ese espíritu de enfrentar adversidades (tal vez heredado de su bisabuela Teresa); volvió a seguir, porque aún tenía motivos para hacerlo.
“repelió las lágrimas, para poder seguir”.
Siguió buscando la felicidad, el sentido de la vida. Hoy, convive con toda su historia.
Para mi es una mujer de la familia que ha sido ejemplo de muchas cosas, sin proponérselo, me ha enseñado mucho y además de todo eso positivo que tiene, …me le parezco…